En la tarde del 7 de mayo del 2014 recibí una llamada de la guardería que cambiaría nuestras vidas para siempre. Nuestra hija de tres meses, Zoe, no despertó de su siesta. Ella falleció del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) mientras que nuestros hijos mayores estaban tomando su siesta arriba en la misma guardería. Aún parece que es un sueño lejano, o mejor dicho pesadilla, que nunca pensábamos que viviríamos. Pocas veces los padres piensan en enterrar a sus hijos, pero nosotros lo hicimos, y otros han tenido que hacer lo mismo.

Los días y meses que siguieron fueron llenos de momentos difíciles. Teníamos que tomar la decisión diariamente, que caminaríamos hacia adelante. Tuvimos que escoger caminar hacia el dolor de esos momentos difíciles y al hacerlo, empezar el proceso de duelo y sanidad.

Típicamente tratamos de evitar el dolor; es normal. Quizás por esa razón muchas personas dicen que la primera etapa del duelo es negar. No queriamos sentir el dolor porque es incómodo y, a veces, miserable. No queríamos sentir el dolor de perder a Zoe, ninguno de nosotros lo quería. Era una realidad que no queríamos aceptar. 

Sin embargo, teníamos que aceptarlo. Nuestra nueva realidad era que tendríamos que llevar el dolor de duelo por el resto de nuestras vidas. No lo podríamos evitar, teníamos que caminar adelante hacia ese dolor. 

Fue algo difícil, pero el dolor es un indicador. Nos comunica que algo está mal. Es cierto, tanto el dolor físico como emocional. Es un mensaje que nos causa reaccionar. Cuando tocamos un quemador caliente y sentimos el dolor, nuestra primera reacción es quitar la mano. El dolor emocional tiene ese mismo efecto, pero debemos responder de una manera diferente con este dolor. Necesitamos mantener al mano en el ‘quemador caliente’ y dejarnos experimentar el dolor emocional. En hacerlo, empezamos a caminar adelante y nos hacemos más saludables. Empezamos a sanar. 

En vez de retroceder del dolor emocional que estuvimos experimentando de causa de la muerte de Zoe, necesitábamos procesarlo y movernos adelante con esa verdad como una nueva realidad de nuestras vidas. Tuvimos que escoger caminar hacia el dolor, porque al hacerlo pudimos atravesar el dolor y continuar viviendo. 

Era Dios quien nos ayudó a verlo como una realidad. También fue Él quien nos ayudó atravesar el dolor, a un lugar de sanidad; y lo sigue haciendo cada día. Es a través de ese caminar que Dios comenzó Hope Family Care. Dios quería que caminemos con otros, hacia su dolor y por medio de eso, llevarlo a un lugar de sanidad.

Alguien nos dijo una vez que la muerte de un hijo es un regalo terrible. En ese momento, eso fue algo difícil de entender y aún más difícil de aceptar. Sin embargo, mientras que Dios nos ha traído otras familias en duelo, hemos tenido una conexión con ellos indescriptible. Nos hemos dado cuenta que esa conexión es el "regalo terrible". 

Dios ha usado la muerte de Zoe como un puente para poder caminar con otros en medio del dolor de perder a sus hijos. Es un camino que empieza con la muerte, pero puede traer esperanza y sanidad en medio de perdida.


En julio del 2017, le dimos bienvenida a una nueva preciosa niña a nuestra familia; Nora Jane Rollins. Su nombre significa Regalo de Luz de Dios; y ella ha sido eso para nuestra familia. 

La historia de Jeff y Mackenzie fue grabada por WoodsEdge Community Church (en ingles) mientras que ellos servían en Ecuador como misioneros del 2014 al 2017.